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El pinchazo de la abeja, es la única manera efectiva que se conoce para controlar, la cantidad justa de veneno y evitar que las poderosas "enzimas" se descompongan por efectos del oxigeno, calor o luz. Actualmente, en Estados Unidos, algunos investigadores están recién aplicándolo vía inyectable, por tanto aprovechemos las jeringas perfectas que la naturaleza nos proporciona y que son mucho mejores que aquellas que la mejor tecnología nos pueda brindar.
Para actuar, el apiterapeuta, ayudándose con una pinza metálica, toma por el tórax a la abeja obrera que tiene entre quince y veinte días de vida y dirige el aguijón hacia el punto previamente seleccionado e insensibilizado y hace una suave presión sobre la piel para que se clave. Luego se retira rápidamente a la abeja que deja su glándula del veneno, con la otra mano se saca el aguijón con una pinza fina cuidando de no tocar la glándula.
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